"...¡Oh, querido padre mío! También tengo recuerdos no tan gratos: el día que te vinieron a buscar, no lo olvidaré nunca. Comíamos en casa de la tía Bàrbara, estábamos sentados a la mesa, cuando tocaron y, encañonándote, los fascistas te detuvieron. Cuando te ibas con ellos, yo me puse con las manitas en la cara al lado de la puerta, tenía mucho miedo y mucha pena, y tú te paraste, te agachaste y me diste un beso. Aquel beso que nunca he olvidado y que todavía en muchas ocasiones siento, papá mío..."